Con las mujeres indígenas al frente Brasil es nuevamente epicentro de protestas contra las políticas ecocidas del gobierno de Bolsonaro. Cientos de ellas, de distintas etnias, llegaron a Brasilia. Otras se manifiestan desde sus territorios como las awa guajá. Cazadoras recolectoras y parte de una etnia que lucha desde uno de los territorios más devastados de Amazonas realizaron estos videos que aquí compartimos.
Otra vez Brasilia. Esa ciudad que buscaba ser futurista y quedó como avión estrellado entre construcciones asfixiantes de hormigón, es sede de una concentración que recuerda al mundo que Brasil es tierra indígena. Y por segunda vez en la historia, quienes ocupan el espacio emblemático del Estado son las mujeres: vestidas con atuendos tradicionales confeccionados con fibras de la selva, semillas de sus árboles y plumas de sus pájaros; representantes de 150 etnias que claman por sus derechos como lo hacen desde hace 500 años.
El contexto brasileño es cada vez más opresivo. Con Jair Mesias Bolsonaro como presidente la representación del agronegocio, sus religiones y milicias buscan abrirse paso entre leyes que derriban derechos constitucionales. La más peligrosa es la 490 que incluye un Marco Temporal que anula a la mayoría de las comunidades la posibilidad de reclamar demarcación sobre sus territorios (una categoría de resguardo que les permite obtener el uso exclusivo) y a la vez habilita la explotación del Estado y de empresas privadas en los territorios ya demarcados.
“La lucha por la madre tierra es la madre de todas las luchas”, exclaman desde las calles. Y también desde los territorios quienes no pudieron llegar hasta ahí.
Los awa guajá son unas 400 personas que viven al noreste, distribuidos en cuatro aldeas que conservan lo poco de selva que queda en Maranhao, el estado más deforestado y violento de Brasil. Son cazadores recolectores y recién hace unos 30 años que se relacionan con no indígenas. Esa situación, lo que en Brasil se llama “recientemente contactados”, hace que su memoria inmunológica sea muy diferente, los vuelve aún más frágiles frente a la Covid19. A comienzos de 2020, no bien comprendieron lo peligroso que era para ellos enfrentarse al virus, se aislaron: no permitieron a nadie entrar ni salir de sus comunidades.
Pero en junio, asediados por la amenaza de estas normativas que podrían abrir paso a madereros, mineros, ganaderos y evangelistas extremos en sus territorios, un grupo de ellos -los más fuertes y jóvenes- salió desde sus aldeas hasta la carretera a manifestarse. Fueron apoyados por la minera Vale, que opera en sus territorios cortándolos por la mitad con un tren que transporta hierro hacia el puerto de Maranhao (un recorrido que los awa guajá habían interrumpido anteriormente, dificultando el negocio de la minera). Cuando los indígenas propusieron trasladarse, la empresa colaboró con el alquiler de un ómnibus, alimentación y barbijos.
Los jóvenes volvieron enfermos. Pero no fueron aislados ni testeados y se enteraron que tenían Covid demasiado tarde: Karapiru, uno de los awa guajá ancianos, se había contagiado y murió intubado. Si bien no hubo más fallecidos para el resto de los enfermos siguieron semanas de angustia, sin alimentos adecuados, productos de higiene ni ayuda oficial oportuna. La situación fue aprovechada por invasores que ingresaron a su territorio, mataron animales y tiraron árboles milenarios.
Ahora los awa guajá no pudieron viajar. Vale no facilitó los medios y ellos decidieron generar otra forma de protesta. Grabaron estos videos que nos envían a Bocado. Buscan mostrarse para defenderse. Ser vistos para que otros entiendan, por fin, que existen. Y con ellos sus territorios: los últimos retazos de una selva devorada.